Era más fácil seguir a la horda que detenernos a razonar; y los colgamos y los quemamos, y les golpeamos con los puños y con las palabras...
En teoría la violencia es terrible pero en acción la violencia es inadmisible, no hay vuelta atrás en la práctica. Y fuimos a gritarle en sus ojos llenos de presión de agua para no desbordarse que no son bienvenidos...
Y les gritamos todo lo que somos nosotros, como gritarle a un espejo que nos mira con odio. Porque no lo toleramos, lo que realmente somos...
Y sus niños llenos de miedo no sabían fundirse en los cuerpos de sus madres de nuevo.
Todos lo hicimos porque cuando lo hizo el pueblo que me representa, yo quedé como uno de ellos, aunque no fuéramos todos. Y me redujeron cuando yo pensaba que era mejor que eso...
Se nos hizo fácil sólo por nuestro ego herido, nuestro orgullo nacional, nuestro platillo diario fue mancillado...
No lo vivimos siquiera, nos lo contaron y fue correcto que otra verdad fuera mi verdad y no dejará espacio para sentir o pensar, sólo para agredir y espetar: Vete de aquí Invasor!...
Y fue mejor que el error de uno le diera personalidad a todos, y que todos fueran un peligro.
Que todos los niños, las mujeres, los que han tenido que vivir a fuerza de lograr un objetivo, la sobrevivencia, tengan que ser linchados en teoría y casi en la práctica antes de que logren su meta...
Porque aunque nunca fui capaz de aceptar las verduras de mi madre, lo que le rechazaron a un extraño me lo hicieron a mi, una herida fatal, una agresión incómoda, mi doble moral me apuñala.
Fui yo, porque lo hizo el pueblo que dice ser mi pueblo, y siento vergüenza y pido perdón... Es posible que de penitencia a cada sitio que vaya me den a comer gusanos, ratas y cucarachas, aunque pueden ser indignos y asquerosos para mí, pero un manjar delicioso en otra cultura...
Mi pecado me arrastrará a donde debo aprender a respetar la individualidad de otro ser...
Debo dejar atrás mi dignidad un día si quiero sobrevivir?
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