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14 de enero de 2017

El espectro de la calle Bravo

Corría el verano del año 2011 en la ciudad de Mexicali. Una joven madre y sus tres pequeños hijos vivían en uno de los departamentos del famoso doctor España. El cuarto que rentaba la mujer estaba tan deteriorado que en la primera lluvia del invierno el techo se vino abajo y mientras lo reparaban, el arrendador le dijo que se cambiará al departamento desocupado. 

Pasaron algunos meses, había comenzado el verano y el calor era insoportable. Por las noches, la niña más pequeña despertaba a la mamá pidiéndole un vasito con agua. La joven, ante la insistencia de la pequeña,
siempre le llevaba el agua.

Una noche calurosa y sofocada, mientras todos dormían, ella fue despertada por la vocecita insistente de su pequeña hija.
 -Má, me das agua? Má, agua... 

El sueño y cansancio que tenía la mamá le hicieron quedarse un momento en la cama, hasta que, después de volver a escuchar la petición, se dió la vuelta en el colchón para levantarse, sin embargo, una tremenda y macabra sorpresa que no imaginaba estaba frente a sus ojos.



La espeluznante silueta negra de una forma humana enorme, de más de dos metros, estaba agachada viendo fijamente a la niña que solicitaba un vasito con agua.

La mujer soltó un grito y como si el extraño ser le temiera, se levantó rápidamente y se metió al clóset del mismo cuarto. 

Paralizada de espanto, la mujer no tuvo valor para ir a la cocina por el vaso con agua y calmar la sed de su hija. Olvidó incluso cómo se recitaba el padre nuestro. Sólo repetía con el corazón acelerado lo que recordaba...
-Aléjanos del mal, aléjanos de todo mal...



Días después, mientras se bañaba, vio una mancha extraña en su pierna.
La forma de una mano enorme abarcaba su pierna en un moretón que no le dolía  y  que no había manera de habérselo hecho.



Los viejos albañiles le habían contado anteriormente que ahí pasaban cosas extrañas. 
Después de lo vivido no dudó en inmediatamente irse a otro sitio a rentar.

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