Mi vecina que es yoreme me contó esta historia un día. Y a ella también se la contaron sus mayores. Por lo tanto es una leyenda transmitida en el pueblo mayo de manera oral, de abuelas y abuelos a nietos, de padres y madres a sus hijos.
Hace mucho, de un señor que se murió se supo en el responso
(el velorio) que tenía varias mujeres y había sido muy mal marido y hombre de
familia, abusivo e irresponsable en su vida, hasta que se murió.
Pues lo velaron, lo enterraron y ahí quedó su cuerpo en el
panteón.
Pero a los días, por el bordo del canal, cerca del monte, muy
de madrugada cuando pasó el carro que recogía a la gente que iba al campo a
trabajar, la gente que iba atrás en la redila vieron que venía uno correteando
el carro por el camino, gritando y haciendo señas que lo esperaran, porque se
quería subir para ir a trabajar al campo.
Ya casi los alcanzaba y le habían bajado la velocidad al
carro. Entonces lo vieron y lo oyeron, entonces se dieron cuenta que era el mismo
difunto que acababan de enterrar, entonces se espantaron mucho.
Cuando ya estaba por subirse alzaba los brazos para agarrarse de la barra de la camioneta y todos gritaron:
-¡Dale, dale! -que acelerara el chofer.
Y es que le vieron que ese hombre, aunque tenía la cara del muerto, tenía una cola como de zorro y un listón amarrado en la cola, por lo que gritaron espantados:
-Es el Yorengoi.
Y así se dijo que por los pecados de ese hombre, Dios lo
castigó convirtiéndolo en un alma que penaba por todo lo mal que se había
portado en vida. A ese ser le llaman así, el Yorengoi.
Así recuerdo que me lo contaron...
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