No me gusta el frío pero...
Te deseo como la nieve que nunca he conocido.
No sé qué haré,
qué sentiré cuando de nuevo, frente a mi seas tangible.
Si recogeré de ti un puñado para llevarte a mis labios y conocerte
o solo para admirar cada partícula única que dejas en las orillas de las cosas que tocas...
copos que amanecen en lugar de rocío...
Si tu brillo cegará mis ojos, no sé,
o se llenarán estos con nieve derretida,
o si me llamarás en silencio desde mi corazón a descansar en ti donde nadie,
para dibujar ángeles en tu superficie
como un amor desconocido e infantil.
No me gusta la nieve, supongo,
porque no me gusta el frío,
pero me desconozco anhelando que llegue
ese momento
cuando comienzas a caer
como sonrisa en el rostro de una persona tímida,
lenta y sonrojadamente
como la caricia de una pluma pequeña que cayó de un nido
como brisa por la ventana que quedó abierta por accidente,
como la primera nevada de mi vida, así te anhelo.
(A: K.)
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