30 DE AGOSTO
Hoy hace exactamente un año comencé a trabajar como periodista en la sección policíaca de El Debate, un diario de Los Mochis, Sinaloa, el más conocido en la región.
Es mi primer cumpleaños como periodista. Es un día importante además porque como si fuera casualidad, es el día internacional de las víctimas de desapariciones forzadas siendo el tema de todos los días desde que comencé.
Decidí hace tiempo que en este aniversario revelaría la anécdota más humillante y vergonzosa que me llevó a decidir hace casi dos décadas, trabajar en este periódico algún día, por lo que estoy a punto de contar algo que me causaba aún hasta hace poco, un nudo en las tripas y el quiebre de mi voz.
EL SECRETO
Era apenas una chica de 18 años cuando decidí que quería ser periodista. Quería empezar ya.
Cursaba la preparatoria en ese entonces y no había manera de que al finalizar mis estudios pudiera pagarme la costosa carrera ofrecida solamente por una universidad privada local; sin embargo tuve una curiosa e inspiradora revelación que me picoteó los sesos hasta hacer algo inusual.
Un personaje de caricaturas: Sandybelle, ¿alguien la recuerda?, fue mi arquetipo en ese instante de debilidad y fortaleza porque me inspiró a atreverme a buscar la oportunidad, a ir por mi deseo y romper el miedo a algo muy conocido que se llamaba Rechazo. No contaba con que Sandybelle era una historia de ficción y yo, vivía en algo llamado realidad.
Bienvenida al mundo real |
Salí de mi casa decidida a no detenerme hasta lograr mi objetivo. Tomé un camión y me fui a la ciudad en búsqueda del lugar exacto al que tenía que llegar. En ese tiempo, la empresa periodística estaba en la esquina de Obregón y Degollado en la zona centro de Los Mochis, pero anduve preguntando y caminando hasta dar con el sitio porque yo no sabía dónde era.
Cuando al fin llegué, el edificio me provocó un mareo en los intestinos, pero tapé mi miedo con la promesa que me había hecho de que lo intentaría, que llegaría y diría lo que deseaba porque quería una oportunidad y tenía que hablar.
Una pierna, la otra, flexiona, camina hacia adelante y pide.
La recepcionista me preguntó en qué me podía ayudar y decidida le dije:
-Vengo a hablar con el director del periódico.
No convencida la mujer me volvió a preguntar sobre qué asunto.
Pero lo mío era demasiado importante y tenía que decírselo personalmente, así que le contesté que hablaría solo con él de mi asunto.
En ese momento no existía maldad en mis pensamientos, solo estaba mi deseo. No pensaba en las verdades del narcotráfico; en informantes con documentos reveladores; en secretos que serían de interés público y peligro para la fuente... pero supongo que al decir que lo que hablaría solo lo hablaría con el director, alguien se imaginó que mi asunto era muy serio para revelarlo solo a él.
Instantes después bajó el hombre, bajito según recuerdo, presentándose ante mi como el director.
Me invitó a subir, supuse que iríamos a su oficina pero entonces hizo la pregunta a la mitad de las escaleras mientras ascendíamos: -"Y, ¿qué me tienes que decir?"
"Quiero ser periodista, quiero aprender y quiero que me ayude y me de la oportunidad de empezar aquí"...
No volvió siquiera a dirigirme la mirada y comenzó a descender la escalera visiblemente molesto gritándole a la recepcionista que si porqué me habían dejado pasar. No se abrió la tierra para tragarme ni por piedad. Me sentí sola, humillada, rechazada, muda y vulnerable. Me echaron a la calle.
Solo quería desaparecer y que nadie se diera cuenta de la situación tan vergonzosa que estaba atravesando y entonces fui a sentarme en el lugar que hoy llamo El Parque de las Putas.
Supongo que lloré, pero sinceramente no lo recuerdo. Me daba vergüenza llorar en público, pero había recibido un gran rechazo, el doloroso rechazo que atravesaba los años y me ocasionaba vergüenza.
Recuerdo haber caminado sin sentido después de estar sentada un buen rato en ese lugar tranquilo donde los hombres suelen confundir a cualquier persona con un objeto sexual adquirible a pagos. Caminé a lugares conocidos donde pudiera sentirme otra vez normal y pudiera también ver las cosas "como son" para olvidar esa experiencia.
Dolorosamente permanecía y supongo que se me notaba esa asfixia de sueños. Pero lo dije para calmarme:
"Un día volveré y seré inmediatamente aceptada en este lugar.
Seré una gran periodista, audaz, valiente, atrevida, apasionada, buena.
Después de un tiempo les contaré lo que me hicieron y un día los dejaré...
creceré y sabrán que perdieron por haberme rechazado antes"
Quiero contarles que trabajé para cumplir este deseo de ser periodista y hoy es mi primer año ejerciendo la profesión para la que nací al parecer, porque amo escribir. La misión que me siento como encomienda es contar la realidad a través de las historias que la gente me cuenta con plena confianza. Hoy no es un día cualquiera. Cumplo un año el día que se conmemora las desapariciones forzadas y me siento comprometida a seguir contando acerca de esta problemática con Las Rastreadoras de Desaparecidos de El Fuerte y miles de personas que buscan además de a sus seres queridos, respuestas y justicia.
Hace días me separé del periódico y tomé una decisión llena de fortuna porque se me abrieron las puertas y ventanas de las oportunidades que no sería posible tomar trabajando para El Debate por el contrato de esclavit... digo, exclusividad.
Sigo ejerciendo mi profesión porque un medio no me hace periodista y estoy feliz de ser una periodista independiente colaborando con verdaderos investigadores alrededor del mundo. Gente que puso su confianza en mi como lo han hecho mis fuentes.
Las alas son para volar y estoy en ese viaje llamado felicidad.
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