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16 de diciembre de 2021

Pensamientos de un imbécil (Traducción mental)

Hago la parada temprano y subo a ese autobús de diario. Lo cotidiano de mi silenciosa vida transcurre sin ella que le ponía color y brillo a mi trayecto por las mañanas, aunque me ignorara siempre, obligada por mi frialdad.

Afuera, cambia todo mientras avanza el camión y mientras pasan los días en los que yo, imbécil, decidí que no puedo tenerla de ninguna manera conmigo.

A veces la neblina... hace frío. Otras veces la llovizna. Mis zapatos enlodados, la humedad en mi ropa, me recuerdan lo vulnerable que soy y estornudo en un mundo donde quiero ser invisible a ratos, porque no puedo con esto. Solo veo hacia afuera de ese camión que corre, pero quiero verla a ella...

Pasa el tiempo con la velocidad de la prisa de la vida que se me va. Traspaso la ventana con la mirada aunque me quedo inmóvil. Soy cobarde y tímido, tratando de mantener el cuerpo en mi asiento y no correr tras ella, como quisiera, a donde realmente quiero, con la mujer que me pide a gritos del alma cada día, silenciosamente, mirando quién sabe por qué ventanas, una señal de que siento por ella lo mismo que ella conmigo. 

Solo puedo pensar en su nombre, así como ella tiene atorado el mio frente a sus dientes blancos y perfectos, como ella, como todo lo que merece, el mundo entero, todo lo bueno. 

Pero me quiere a mi, solo cinco minutos de mi. No entiendo porqué ha pedido tan poco. Y soy un imbécil, pero la quiero. La veo sentada, brillante. La veo llorando furiosa y resignada. Luego tengo miedo de perderla si la veo con otro, si siento que... 

Atravieso la ventana de ese camión cotidiano, el de todas mis mañanas, que bruscamente frena, y finjo con mi equilibrio que tengo todo controlado, pero no tengo nada controlado: ella no vuelve sola si no le llamo, la que pone mi nombre enfrente de sus labios, la que no pide mucho, la que amo como no tiene ni una puta idea, la que nombro con el pensamiento, el mismo que me ha saboteado dejándola ir como el imbécil que soy.

Y así, no sé si conformarme con pensar esto profundamente y que ella lo lea directamente de mi mente porque ya la he dejado ir, siempre, pero no la suelto ¡maldita sea!.
Ahí está su nombre tras la ventana que me muestra que pasa el tiempo y no vuelve...

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