Yo no quería decirte, sino que te dieras cuenta,
que recordaras sin un golpe doloroso
para no sentir más la vergüenza
que yo soy esa de la que hablaban tus promesas.
No tengo acaso la fachada de heroína
porque mantengo un perfil demasiado bajo en el mundo
descartable de papeles importantes en historias increíbles
Esperaba que lo pudieras descubrir
el color de mis ojos que yo misma destapé
un azul eterno oculto en mi dolor
el hogar que sueñas ahora como un deja vú
en trazos de mi pensamiento para darte paz y amor en él
del que hoy solo tienes anhelos cuyo origen olvidaste
Soy esa de la que hablaban tus promesas cuando te heredaban el sol
Era tan insignificante, tan volátil,
tan efímera como para ser la guía hacia tu tesoro
no parecía ser una promesa, ¿verdad?
sino una hoja de primavera
una ventisca que despeinaba la perfección que procurabas
una indigna luz de luciérnaga que te distraía
no parecía semilla, potencial de vida,
parecía pluma de un gorrión que escapó herido
Parecía un ave ridiculamente ordinaria
no una paloma mensajera que
evitaba entregarte una verdad
Soy tu promesa desapercibida, ignorada
casi notada... no parecía, no parecía nada,
eras demasiado joven, eras demasiado gigante para verlo,
cuando solo tenías tus ojos hacia el cielo
no mirabas el suelo,
mi pequeñez
lo lamento como la herencia que no ha sido reclamada
llena de anhelo y desdicha
de esperanza en tiempos, o de falta de fe
de silencio de abandono
de polvo de olvido
de ruina y saqueo
A veces se pregunta:
¿Porqué no llega mi dueño?
Si, yo soy esa promesa no cumplida