Regresa a mí cuando todo tu mundo se haya consumido,
toda tu historia haya sido deshonrada...
vuelve a mi cuando ya no quede nada,
cuando todo esté perdido, regresa.
Vuelve un domingo en la noche,
un 31 de diciembre.
Vuelve cuando
porque has quedado como muerto, vuelve.
Regresa y toma estos despojos,
estruja de mis frutos secos sus semillas,
acaba con lo que me cubre, desnúdame la carne.
Vuelve como regresan los vencidos,
vacíos de gloria, llenos de pena y heridos, ¡vuelve!
Arrastra hacia mi ser tus piernas,
sostén tu carga porosa y volátil mientras se esfuma todo,
quedarás vacío.
Vuelve perdido, fracasado, humillado, dolido,
avergonzado, pobre, mancillado, acabado, solo,
abandonado, ¡vuelve!
porque para amarme tendrías que aprender
a sentir como he sentido yo que tuve otro destino.
Vuelve si quieres, sin malicia, a acariciar mis cicatrices.
Regresa el tacto de tus dedos a las heridas que dejaron sin compasión los años.
Convierte con tus manos la plata de mi cabello en algodón,
deslízalas sin tus ansias de prejuicio, sobre mi corazón.
Ya que no tienes nada, ya que no tienes nadie, ya que estás acabado,
nadie mas digna de amarte quedaría yo
que he perdido todo cuando se repartían el mundo.
Y preferí quedarme a recibir a quienes vienen de ese viaje de triunfo,
de bajada, de caída, de desplome.
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