GRACIAS 🦊

31 de marzo de 2017

Incansables


Al amanecer del miércoles, algunas de las rastreadoras ya están preparadas para salir en búsqueda. Preparadas con un modesto lonche que se puede compartir con las hermanas, agua, refrescos y herramientas pero lo más importante: un corazón dispuesto a encontrar.




Entre tumbas

Todo lo que está bajo sus pies puede ser una tumba que podría contener el cuerpo o lo que queda de alguno de sus hijos, de sus hermanos, de sus esposos, de sus seres amados. Tanto tiempo han estado buscándolos que entre bromas que amortiguan el dolor que por dentro cada una lleva silenciado, por los años algunas, por los meses otras o por el miedo, la mayoría  pasan esas horas que parecen minutos cuando están empujando la pala para penetrar el suelo a fin de hallar un indicio.

Hay esa confianza y solidaridad cuando alguna se confiesa oprimida y devastada por el paso de la incertidumbre. Un regalo de esperanza ofrecen quienes con valentía o cargo de conciencia informan al grupo de aquellos puntos donde hay cuerpos enterrados, porque ellas solo buscan encontrarlos a sus desaparecidos, no señalar culpables.

Seguridad

A pesar del temor, el amor por sus hijos las mueve a esos lugares donde aún hay gente maliciosa, rondando como los zopilotes donde hay restos muertos. Saben que en cada búsqueda puede haber peligro. Por eso, algunas personas, hombres y mujeres envestidos con la autoridad, con armas y uniformes, vigilan si personas extrañas se acercan, previniendo cualquier amenaza.

La búsqueda es inagotable, aunque al final del día terminen con los pies llenos de tierra, el cuerpo y alma adoloridos y las manos vacías.

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