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10 de julio de 2015

Cuento del 2000: LA ARAÑA Y EL BICHO


Entré al baño y encendí la luz. Vi algo bajo el foco. Eran dos pequeñas formas de vida moviéndose  de un lado a otro. Uno era un bicho que se retorcía mientras que el otro era una araña que había capturado al bicho en su red. Estuve un largo rato mirando angustiada estas criaturas.
En ese lapso recordé tres cosas: el documental acerca de las leyes de la naturaleza; una clase de biología en la que se hablaba de la cadena alimenticia y un relato acerca de un ave herida que estaba siendo acechada por un depredador.
Respecto de las leyes de la naturaleza recordé que el pez más grande se come al pequeño, que el fuerte se alimenta del débil y que en este acto no debía, por mucho, intervenir el hombre, hablando específicamente de animales. El fuerte en este caso era la araña. El débil sería el insecto y el ser superior, el ser humano o sea, yo. No intervenir por supuesto a menos que afectara mi integridad.
Con respecto a lo de la cadena alimenticia, reflexioné sobre que el humano consume alimentos vegetales y de origen animal (pollo, carne, pescado, verduras, frutas, semillas). La carne es de un ser inferior. El ser inferior consume a su vez a otros seres más pequeños y débiles para sobrevivir.
Yo no tengo por qué intervenir, -pensé-. Si todos pensaran en intervenir la cadena se rompería y yo dejaría de alimentarme y me extinguiría.
Con respecto al relato del ave herida, una zorra la acechaba. Había alguien cerca, a punto de  alejar a la zorra  para que no se comiera al ave, cuando un sabio llegó y le dijo a la persona que viviera y dejara que en la naturaleza pasara lo que tenía que pasar. Dejó que pasara y la zorra se comió al ave.
Si yo interviniera ¿Quién sería feliz? ¿La araña? ¿La humanidad? ¿El bicho?
Era horrible como la araña atrapaba rápidamente a su  presa en la telaraña. El bicho intentaba  salir de la red sin lograrlo. Me volteé, me vi al espejo y me puse a llorar. Pensé en Dios. En la visión de la oveja y el león juntos. Eso era hermoso. Esto era terrible. Yo veía supervivencia y muerte.
Me volví para ver al insecto en la telaraña. Miré cómo éste escapó de la red y se escondió en un hueco del techo. Me llené de alegría y pensé en la relación de Dios con el amor y el milagro de la vida.
Creo que Dios pudo ver como me sentí.
De pronto, el insecto salió de su escondite y la araña lo atrapó otra vez.

Solo pensé – ¡Al diablo! 

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